sábado, diciembre 30, 2006

¡Hasta los ...!

Leído.

ETA acaba de hacer estallar un coche bomba en Barajas.

Si yo fuera Alfredo Pérez Rubalcaba, diría que un proyecto de coche bomba, cargado con decenas de kilos de un proyecto de explosivo acaba hipotéticamente de estallar en una terminal aeroportuaria que, en realidad, no estaba inaugurada.

Si yo fuera Joan Mesquida, diría que del hecho de que ETA haga estallar un coche bomba en la terminal T4 de Barajas no se deduce que ETA esté haciendo estallar coches bomba.

Si fuera Rodríguez Zapatero, diría que en el aeropuerto madrileño acaba de producirse un trágico accidente, que demuestra que el año que viene estaremos mejor, y aprovecharía para anunciar que el Gobierno piensa endurecer la Ley de Memoria Histórica.

Si fuera Pepín Blanco, pondría una entrada en mi blog, acusando al Partido Popular de querer que haya heridos para poder exhibir más muñones en la siguiente manifestación de víctimas del terrorismo.

Si fuera el periódico El País, llevaría a mi portada mañana el siguiente titular: "La Policía no pudo evitar, a pesar del aviso de ETA, la explosión de un coche bomba en el mismo aeropuerto que el ex-portavoz del gobierno Aznar utilizó hace unos días".

Si fuera el juez Garzón, me presentaría inmediatamente en Barajas, a ver si puedo meter la cabeza en el caso de alguna manera y requisaría las existencias de ácido bórico que encontrara en las farmacias de la zona.

Si fuera el juez Del Olmo, ordenaría la detención inmediata de todos los policías que fueran encontrados a menos de 10 metros de distancia de alguno de los reporteros gráficos desplazados al lugar de los hechos.

Si fuera Cándido Conde Pumpido, mandaría a alguno de mis fiscales abrir una investigación por corrupción urbanística contra algún amigo de un primo de un compañero de colegio de un yerno de un concejal del PP de algún pueblo de la costa.

Si fuera Isabel Pantoja, me largaría cuanto antes del país, porque éstos son capaces de detenerla si la cosa se pone muy fea.

Si fuera alguno de los plumillas al servicio del gobierno, deslizaría en mi columna la idea de que el coche bomba pudiera estar colocado desde antes del inicio del alto el fuego permanente.

Si fuera Ramón Jáuregui, exigiría la inmediata aprobación de un Estatuto Vasco que garantice que las inquietudes de quienes han puesto el coche bomba se canalicen por vías democráticas y que conceda la gestión de la terminal T4 de Barajas al Gobierno Vasco.

Si fuera Pachi López, diría que he convocado a Batasuna a una reunión y que Rosa Díez es muy libre de irse a otro partido que no sepa mantener la calma en situaciones como ésta.

Pero no soy ninguno de ellos.

Soy simplemente alguien que está hasta el mismísimo zulo de la ETA, y de Rubalcaba, y de Zapatero, y de Pepín Blanco, y de Del Olmo, y de Garzón. Que está harto de teatro, de que no se persiga a los terroristas, de que no se investigue el 11-M, de que alguien pueda matar a 192 personas para abrir un proceso en el que ETA y el PNV y CIU y ERC y el PSOE puedan seguir repartiéndose los dineros de todos los ciudadanos. De que nos regalen ahora otro episodio de la misma novela que llevamos viendo ya treinta años, en la que los ingenieros sociales utilizan la violencia y utilizan los muertos para hacer que la sociedad siga la senda previamente marcada.

Estoy hasta el mismísimo zulo de saber lo que va a pasar antes de que pase. De saber que ahora el Gobierno detendrá a cuatro etarras descebrebrados de segunda fila mientras sigue adelante con la purga de fiscales y jueces en la Audiencia Nacional. De saber que el Gobierno tratará de vendernos ahora que el estado de derecho sigue firme, mientras continúa sin ilegalizar el PCTV. De saber que dentro de cuatro días volveremos a oír la estupidez de que ETA lleva tres años sin matar y que eso es mejor que el que mate. De saber que el Gobierno no va a retirar el proyecto de reforma del código penal con el que pretende reducir el plazo de prescripción de los delitos cometidos por los etarras. De saber que el proceso de pago a ETA va a continuar adelante hasta las municipales, mientras se escenifica el paripé de cara a la opinión pública.

Estoy hasta el mismísimo zulo de que jueguen con nosotros. Y de que nos tomen por imbéciles.

Tengo ganas, para variar, de que alguien nos trate como a ciudadanos con cerebro.