A dos Carrillos
Los doctorados Honoris Causa suelen ser una máquina de publicidad para una Universidad más que un ejemplo de méritos, salvando algunas excepciones. Algunas Universidades madrileñas, además, suman a esto un afán de "progresía" que hace que sus premiados sean aún más dudosos.
Hace unos años, la Complutense invistió Honoris Causa a Erick Honecker, días antes de la caída del Muro de Berlín y de que el personaje fuera juzgado por alta traición y por crímenes cometidos durante la guerra fría.
Ahora la Autónoma hace lo propio con Santiago Carrillo. Aun reconociendo un papel importante durante la transición, penden sobre su cabeza las acusaciones (no rebatidas y demostradas por diversos documentos) de matanza en Paracuellos. Por eso digo yo que no sólo no tienes que ser una puta, sino tampoco parecerlo, y este no parece ser el caso.
Todo queda confirmado cuando el periódico del régimen sale en su defensa un día más tarde. Los colegas le están resarciendo de los chiquicientos años de exilio a base de premios, cenas homenaje y estatuas derrocadas. La primavera del patriarca.
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