jueves, septiembre 21, 2006

Todo lo que se crea

Hoy nos sentimos algo filosóficos desde Planeta Chano, y reproducimos, traducidos de la mejor manera que hemos podido, dos pasajes de las notas de los libretos de dos CDs de jazz, "Kind of Blue" de Miles Davis (notas de Bill Evans) y "Places" de Brad Mehldau (notas del propio artista). Ambas giran en torno a la importancia del acto creativo y creador:

"Existe un arte visual japonés en el que el artista se ve forzado a ser espontáneo. Debe pintar en un pergamino estrecho con un pincel especial, con pintura negra, de manera que un trazo antinatural o interrumpido destruiría la línea o rompería el pergamino. Es imposible borrar o rectificar nada. Estos artistas deben practicar una disciplina particular, la de permitir que la idea se exprese en comunicación con la mano, de modo directo, sin que la deliberación pueda interferir.

Las pinturas resultantes no contienen composiciones o texturas tan complejas como las de las pinturas "ordinarias", pero se dice que aquellos que son capaces de "ver" más allá pueden encontrar algo que escapa a cualquier explicación.
Esta convicción de que el "acto directo" es la reflexión más significativa ha provocado la evolución de las disciplinas extremadamente severas y únicas del jazz o del músico "improvisador."

Bill Evans, en las Liner Notes de Kind of Blue.

"La añoranza por una autenticidad perdida, o el rechazo derrotista ante su posibilidad, son dos caras de la misma moneda. Ambas surgen de una fe nociva en la información, una fe nociva que significa una falsa creencia en el poder de la información, y la negación del conocimiento que uno mismo puede poseer de algo más allá o fuera de esa información. O, debería decir, debajo de ella. La información puede actuar como una especie de matriz, un dispositivo bloqueador. Puede bloquear nuestra habilidad de ver y sentir lo Sublime. Un texto, o los unos y ceros de un CD, o cualquier información, no es nada en sí mismo. Lo Sublime es experiencial.[...] La experiencia es un aquí y ahora, que deja una huella en tu memoria precisamente por su inmediatez efímera. La supuesta importancia-o peligrosa falta de fiabilidad-del texto forma parte de una dialéctica antigua y constante en el pensamiento occidental, desde los diálogos de Sócrates a las deconstrucciones de Derrida. Llevó a un proto-romántico como Goethe [...] a proclamar: "En el inicio fue el acto". La información hereda la tendencia de agarrarnos frente al texto, algo que Goethe identificó como potencialmente tiránico. La tiranía vendría de la anterioridad del texto. Vino antes de nosotros. Escrito en piedra, el texto tiene un poder autoritario. Nos presentamos frente a él, pactamos con él, porque nos da la seguridad reconfortante de una constancia frente a nuestra propia fugacidad (¡esto incluye los textos musicales!). Goethe dio con algo que está en el propio núcleo del Romanticismo. Identificó el poder humano de la imaginación como anterior al texto, intercambiando el huevo y la gallina. Según esta nueva formulación, la creación activa del texto se coloca por encima del resultado final. Esta inversión no es menos relevante hoy de lo que lo fue hace 200 años. En un tiempo en donde todo aparece poco original, es importante recordar lo que todo acto creativo es: un brinco, un empujón autopropulsado que se sale de la historia, [...]. Cuando observamos la matriz de la información, vemos la apariencia externa de la anterioridad textual. Está todo ahí, ya grabado."

Brad Mehldau, en las Liner Notes de "Places".