viernes, noviembre 05, 2004

Barcelona, 031104
23:34 h
Suena Blame it on my youth, de Brad Mehldau Trio

Interesantes esas clases de teoría de la interpretación. Al menos dan qué pensar, que ya es bastante... Hace unas cuantas semanas salió en clase un tema que me hizo reflexionar... La edad media de los asistentes a conciertos de música clásica continúa subiendo... Esa es una de las grandes mentiras acerca de este tipo de música. La edad media se ha mantenido muy alta durante los últimos 50 años, o más. Es un hecho. Se comentó en clase que eso podría ser debido a que la música denominada clásica se ha mantenido anquilosada en unos clichés estéticos que la hacen impenetrable para una gran mayoría de la audiencia potencial, sobre todo en una sociedad como es la actual, más visual que otra cosa. Se prefiere ir a ver un concierto de jazz o de pop, porque es mucho más “cómodo” escuchar música que puede ser también de calidad mientras se toma un pelotazo y se charla con los amigos. Otra tontería más, que sólo puede afirmar quien no ha estado nunca en algún concierto de música “popular”, como por ejemplo de Nirvana, Rage Against the Machine, en los que lo más importante es no morir pisoteado bajo la joven multitud. Muy cómodo todo, sí señor. Prefiero que me den mil calambres sentado en alguna silla de madera del Auditorio de Bayreuth.
La gente que va a un concierto lo hace principalmente por lo que se le ofrece en el escenario, no por si es más o menos cómodo. La gente más joven es espectadora de conciertos de música popular porque les atrae el mensaje que se emite, porque entiende ese mensaje. ¿Hay que acercar la música clásica a los criterios de carácter visual que predominan hoy? ¿Por qué predominan esos criterios? Los parámetros comerciales mandan, y es más fácil de vender un artista por su imagen que por el talento que posea. Lo visual manda y sobresale porque vende. Sin más. Pensemos en un escenario visual para la música clásica: Enseñemos a Brad Pitt o a un pibón de peli porno a tocar la integral de conciertos de piano de Mozart. Pongamos un DJ en el escenario para que vaya haciendo sus polladas habituales mientras la orquesta se deja los huevos tocando la tercera de Mahler. Pongámosles micrófonos a los instrumentos de cuerda, para que el hortera de turno pueda intentar ligarse a su amiguita mientras se hace intelectual llevándola a un concierto de Rachmaninov...
El hándicap de la música clásica es otro. La música popular parte con ventaja, porque juega con dos posibilidades más: el mensaje verbal y la imagen, que van intrínsecamente unidos.
La imagen: ¿Por qué venden intérpretes tan dudosillos como Bisbal, Bustamante, Bon Jovi, etc? ¿Por qué gente como Kiss, Guns ‘n’ Roses tiene un público joven tan fiel? La imagen de chico bueno, macizo, romántico, agresivo, malote, etc, selecciona de una manera radical a su público, manipula de tal manera que lo visual se convierte en primordial. ¿Alguien se imagina a Kiss vendiendo tanto sin la cara pintada? ¿O a Luis Miguel sin el traje de chuloperras? Volvamos a nuestro escenario de música clásica comercial: Pintemos las caras del Cuarteto Emerson. Vistamos a la Orquesta del Concertgebouw con chupas de cuero, que se dejen greñas, pantacas ajustados, etc. Se convierte de nuevo en algo grotesco.
Lenguaje verbal: La imagen va asociada a lo que el artista de la música popular quiere vender, y esta asociación se da gracias al mensaje que sus “creaciones” o “interpretaciones” transmiten, principalmente mediante el lenguaje verbal, que es accesible a bolsillos de todo tipo. El traje de Luis Miguel asociado a sus letras empalagosas, el look de pelo largo y pendientes asociado a letras salvajes, pendencieras, etc, en los grupos de heavy, las letras de hortera-con-novia-cajera-del-caprabo de David Bisbal asociadas a su look de chulo de fiesta de pueblo, etc. Nadie aceptaría a Luis Miguel subiendo al escenario con su traje y su cara de niño bueno, si cantara temas como los de Slipknot. Es un binomio perfecto, imagen y lenguaje verbal, porque lo entiende hasta el más analfabeto, joven o viejo. De vuelta al escenario clásico... LA imagen en la música clásica podría ir perfectamente unida al mensaje que transmite cada intérprete, o cada compositor... Muchos compositores o intérpretes son capaces de mostrar todos los sentimientos y todas las actitudes que reflejan los artistas populares: amor, desamor, muerte, paisajes oscuros, alegría, etc... Sólo que todo se expresa mediante el lenguaje musical, mediante los sonidos... Y es un lenguaje más rico y complejo que el verbal, no es de asociación inmediata con el significado... Pero simplemente porque no se educa a las personas para que entiendan ese lenguaje. Es más sencillo entender cuando se habla de corazón latino, de si te quiero o te dejo de querer, uno más uno son siete, qué fácil es ser feliz, por la raja de tu falda me metí un piñazo, etc, que entender el significado general o concreto de un acorde de séptima disminuida o de cualquier otra disonancia, de la dominante, tónica... Lenguaje musical...