viernes, mayo 26, 2006

Voluptuosas

No sé si debería escribirlo. Pero ya da igual.
Alguna vez fui científico. No lo sentía, pero era a lo que me dedicaba. Incluso tengo pruebas.
Parece interesante. Difícil. Complejo.
Pero no lo es. Es una mierda.
Supongo que será una especie de vocación. O se es, o no se es. Y ahora puedo prometer y prometo que la ciencia me la trae al pairo. p53, proteínas supresoras de tumores. Metabolismo. Cáncer. p16. p21. Es que me la suda. ME LA TRAE FLOJA. ¿Queda claro? Fueron años de auto-engaño. No sé explicarlo. Me da igual. Ahora lo sé.
Hay poco arte en la ciencia. Un 0.5%. El resto es pura artesanía, mezclado con manipulación de datos. Así de simple.
Bueno, parafraseando, "vamos a ver", tampoco es eso: en realidad hay cosas que sí me parecen interesantes. Avances en tratamientos para enfermedades chungas. Descubrimientos sorprendentes. Pero me parecen igual de interesantes ese tipo de cosas que un documental sobre la fauna de Pakistán, sobre los Jémeres Rojos, un estudio sobre el cine de Berlanga, o una entrevista con Henry Kissinger. Puedo verlos o hablar sobre ellos durante unas horas, pero no estar toda la santa vida unido a ellos. No.
Hay más temas "científicos" que me llaman la atención. Por qué la raza negra tiene lo que tiene. O por qué las inglesas tienen esa capacidad mamaria.
Este último tema es ciencia de la que me interesa. Y no hace falta ser un salido. Las tetas grandes no me atraen especialmente. Se trata de pura curiosidad científica. En serio. Quiero saber las razones de tal voluptuosidad.
No sé si los ingleses pueden considerarse raza aparte. Tal vez raza no, pero sí que sé que son diferentes. Físicamente. Mentalmente. Etc. Desde luego, las hembras son distintas.
Antes de pisar UK por primera vez, tenía la impresión de que me iba a encontrar ante una marabunta de mujeres gordas, con bigote, culonas, con dos pellejos en lugar de tetas, etc. El cine, el estereotipo. Pero llegando a Londres te das cuenta de que nada es lo que parece. A mí me pareció un paraíso de mujeres imponentes.
Claro, Londres no es Inglaterra. Está llena de no-inglesas. Y es verdad.
Volví a pasar un año, y entonces comenzó mi incredulidad. Mujeres gordas, flacas, altas, bajas, culonas, huesudas, interesantes, anodinas, con mucho pelo, con poco pelo, con pelo corto, malolientes, con pinta de zorras, esculturales, tías buenas, callos malayos, con pinta de beatas, daba igual... Todas tenían kilos y kilos de mamas. Unas pedazo de tetas... Enormes.
Muchas discusiones sobre el tema después, nunca llegamos a ninguna conclusión. ¿Será el genoma british? ¿Será la dieta, prolija en patatas cocinadas de todas las maneras posibles?
¿Qué será, será?
Nada que ver con las españolas. Para encontrar una mujer española con ese futuro problema de espalda... Hay que elegir un buen tamaño de muestra.
Insisto: no tiene nada que ver con el atractivo que encuentre o deje de encontrar en una tía. Es pura física. ¡¡¡Y pura ciencia!!!!
Tampoco llegaré al extremo de decir que "como la mujer española, ninguna". Tonterías. Que por esos mundos de Dios se encuentra uno con cada mo-nu-meeeen-to, como diría José Luis López Vázquez...
Esa es la ciencia que merece ser portada en Science.
Por eso, para todas aquellas que son tan tontas como para quejarse del tamaño de sus pechos, o que llegan incluso a convertirlo en motivo de depresión o de complejo, tenéis varias opciones para que vuestra prole no sufra como vosotras:
  • Tiráos a un inglés, y al menos vuestra descendencia tendrá un 50% de posibilidades de adquirir ese rasgo tan admirado...
  • Alimentad a las niñas con patata. Únicamente patata: frita, cocida, hervida, cruda, con piel, sin piel, da igual...