Sí, sí, este tipo me salvó la vida.
Parece Snape, el de Harry Potter, pero no: es un geniecillo, el tío. Más de 60 tacos (creo), ni una cana (Just for Men, o en su caso, Giusto per uome, supongo), más cuadrado que la puñeta, con una mujer 20 años más joven (por lo menos)... Vamos, un perfil de esos en los que me suelo cagar mínimo 4 veces al día cuando me los cruzo. Pero Mr Muti es, fue, otra cosa.
Más allá de sus conocimientos, su talento, yo me quedaría con su carisma. Los dedos de mi mano izquierda aún se acuerdan de cuando Muti los escrutaba como si quisiera ordeñarlos a base de pupilazos. Cómo se iba moviendo por entre secciones, cuando se acercaba a los segundos, comenzaban a sonar mejor que la sección susodicha de la OBC (¡que ya es decir!), se acercaba a las pobres violas y ¡sí!, ¡algo parecido a un unísono!...
La experiencia fue tal que, amén de las consecuencias que todos ya conocéis (y aquí me tenéis, 4 años más tarde a puntito de caramelo...), intenté que mis compis de la OUB comentaran sus experiencias vía mail. Sólo me hizo caso Eugènia, y paso a transcribir lo que decía sobre mi humilde persona:
"No hablemos de nuestro concertino Carlos, que va a alcanzar un éxtasis místico, seguramente por primera vez en su vida, como ya se adivinaba de su "mirando: Dios". Sí, así era, y así fue de hecho para todos nosotros en aquella mañana, incluso para los que somos escépticos y nos reímos de los divos y de su parte cómica o patética. Carlos estaba dispuesto a todo, se habría subido a la lámpara si Muti se lo hubiera pedido. Tal vez después se habría arrepentido, pero en ese momento únicamente había un regalo que había que aprovechar al estilo de "los poetas muertos" y el "carpe diem"".