martes, febrero 15, 2005

Los ricos y la dimensión espacial: La historia de Súper-Soft

En estos días de horarios ultrabohemios y de desorden vital es cuando las ideas estúpidas (¿o no?) salen de debajo de las piedras.
Desde que me enfrento a la vida "real", esa que siempre me decían mi padre y mi abuela que sería tan dura, tan ingrata y tan poco recomendable (hay de todo), sé perfectamente de qué se trata el lujo. Sí, el lujo no es un coche de medio millón de €, ni un diamante de 300 kilates incrustado entre premolares. El lujo no es ni más ni menos que el espacio. Viviendo en un piso de unos 50 metros cuadrados durante algún tiempo se aprende a valorar el factor espacial. Pero ojo: El concepto es asimilado en su totalidad cuando se afronta una mudanza propia, sobre todo si es una mudanza a otro sitio más o menos igual de grande (debería decir igual de pequeño) y compartido. Limpia, vacía cajones, armarios, afronta un hecho más complicado que pensar cómo coño va a caber el sofá en el coche... La alegría teñida de nostalgia que experimentas al reencontrarte con la postal que el aficionao te mandó en el verano del 94 desaparece en cuanto te has de preguntar... ¿Qué tiras? Y no me refiero a elegir entre periódicos antiguos, facturas de hace años, sobres vacíos, etc, no... ¿Cómo eliges entre el muñeco que te regalaron tus amigos al venir de visita y el otro muñeco que te regaló algún familiar? O aún peor... ¿Quién se atreve a elegir entre el número uno de la revista de software que sacaron unos compañeros de clase cuando tenías 12 años (Súper-Soft) y las fichas de los partidos de fútbol-sala de la temporada 92-93? ¿Los pósters que colgaban en tu habitación de la residencia del año Erasmus, o las fotos de clase del instituto? No puedes llevarte todo, no puedes llenar tu nueva casa de lo que al fin y al cabo es sólo papel, algo por narices tiene que acabar en la basura. Si sólo fuera algo... Pero es sólo algo lo que puedes mantener, la mayoría de las cosas tienen que desaparecer, y con ellas todo lo que asociabas con ellas, y todos los valores que habían adquirido...
Los ricos no tienen ese problema. Yo no lo tendría si tuviera una mansión de 300 metros cuadrados. Es otro desgarro que ellos no tienen que sufrir. ¿Elegir entre la foto de Borjamari y Pocholilla en la cacería en la finca de papuchi y el balance favorable de la empresa auditora regalada por, de nuevo, papuchi que Borjamari le regaló a la misma Pocholilla a modo de muestra de poder adquisitivo? Pa qué, nos lo llevamos todo a la nueva casa y se acabó.
Wenn die Menschen Haifische wären, o sea, si fuera rico, me llevaría mi colección de revistas Q, Súper-Soft, las postales gratuitas de Inglaterra (¿por qué cojones las cogía todas?), las fichas de fútbol-sala, etc, y sería más feliz. Incluso compraría una editorial para sacar al mercado la mejor revista de software. Súper-Soft, claro. Instalaría la editorial en el ala oeste de mi mansión. Mientras tanto, tengo que seguir con mi criba, y ser aún más selectivo, copón... He convertido 3 cajones de mi existencia en 1. Es así de triste.