Las últimas 11 Nocheviejas del Planeta (III)
Nochevieja del 96: ¿Qué haces cuando vuelves a casa por Navidad cual Almendro después de tu primer trimestre universitario? Acentuar el espíritu de grupo. ¿Qué la gente quiere ir a una fiesta en el Círculo de Bellas Artes previo pago de una pasta gansa? Pues se va. Gilipolleces, las justas. Más niños pijos con trajes de papá, algunos de ellos con gabardina, otros con gabán, haciendo cola en plena calle de Alcalá para entrar en tan ilustre institución. No hubo mucho más. Mucha gente, mucho vagar, mucho canapé lamentable, muchos ¡Qué bien te han parido!, alcohol y desenfreno… El justo. Para no romper con la tradición, otro Vips, esta vez en Gran Vía, más chocolate con churros, una sesión de fotos mítica que corre por ahí y que a ver si consigo algún día… Y Alberto (¿dónde estará Santama?), Ksao y yo buscando un taxi cagados de frío en la Puerta del Sol.
Nochevieja del 97: La enfermedad me hizo quedarme en casa. Yupi.
Nochevieja del 98: La famosa Nochevieja del Botellón con Clase. De nuevo ese espíritu grupal no permitía que nos imagináramos bajo ningún concepto una celebración de fin de año por separado, así que aceptamos sin rechistar hacer un botellón en un parque cercano a la Audiencia Nacional… Pero con clase, ojo: Varios ambientes, reservado el derecho de admisión, clientela con pedigrí. Cuando la congelación hacía acto de presencia, nos movíamos por Alons Michaels buscando algún garito que nos permitiera entrar sin pagar… Creo que conseguimos entrar en un tal Autores. Volvimos a nuestro botellón. También vimos a Antonio Muñoz Molina paseando a su perro a eso de las 4 de la mañana. Los genios de la literatura tampoco triunfan mucho en Nochevieja…
Luego, se coge el 40, y a casita.
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