jueves, enero 13, 2005

Viva Italia

Hace nada ha entrado en vigencia una ley cojonudísima en Italia. Ya no se puede fumar en locales públicos, sólo en los espacios acotados y señalados. Uno, que ha viajado algo, se quedó maravillado por el alto grado de civismo en Inglaterra, país en el que existe una regulación desde hace más tiempo, y en donde nadie fumaba donde no debía. Ya se podía estar en el quinto piso de una Facultad, que si John quería fumarse un piti, se bajaba a la calle, en donde corría un riesgo importante de agarrar una pulmonía. El aire en todos los locales era en general mucho más agradable. Se podía ir a un pub sin necesidad (y lo que es mejor, sin obligatoriedad) de acabar fumando dos o 3 cigarros de modo pasivo.
En este nuestro país, ya no se puede fumar en lugares como aeropuertos, metro, transporte público, aviones, etc. Esto en teoría, porque ya sabemos que nosotros los españoles somos los más listos y hecha la ley, hecha la trampa. Y sin trampa, nos lo saltamos a la torera. Con dos cojones.
Pero resulta que dentro de un par de añitos la cosa se va a poner severa y la ley se va a poner por fin del lado de los no fumadores.
De todos es sabido que el fumador o es estúpido, o es débil, y lo lamentabilísimo es que hasta hace nada fueran ellos los protegidos. A modo de reacción, se crearon diversas asociaciones contrarias a la "criminalización" del tabaquismo y del fumador, como por ejemplo "Fumadores por la tolerancia". Y es con ese tipo de polladas con las que no puedo. Un tipo aseguraba esta noche en una tele local de Barcelona que cualquier persona tiene el derecho de hacer con su salud lo que le dé la gana. Bien, es evidente que los colegas de Phillip&Morris ahora ya deben meter sustancias que debilitan la sustancia gris, porque ese tipo de afirmaciones se caen por su propio peso. El fumador sabe, o al menos debe saber, que existen lugares en donde ellos se pueden ir matando lentamente, sin necesidad de putear a los demás. Porque da la casualidad de que se trata de un vicio que NO es privado, por el tema del humo, evidentemente. Y mientras nadie me demuestre lo contrario, el derecho a la salud está por encima del derecho al placer.
Pongamos dos ejemplos, que hasta el mayor fumador será capaz de entender (si en ese momento no tiene el mono):
  • Juanito tiene un vicio de carácter NO privado, como el de los fumadores: Le encanta caerse a pedos. Se tiene que tirar mínimo 20 pedos al día, algunos espías, algunos sonoros, porque si no le entra una ansiedad increíble y se pone de mala leche. Digamos, por tanto, que Juanito tiene mono de peerse. El perfume inconfundible del gas metano mezclado con otro tipo de sustancias derivadas del sulfuro hace insostenible esta adicción, porque las personas de bien se quejarían por la molestia que les causaría el gas PDT. ¿Qué diferencia hay entre este gas benigno y el humo del tabaco? Varias: El humo del tabaco contiene chiquicientos mil compuestos que se ha demostrado que son cancerígenos (y recordemos que el cáncer es una enfermedad, let´s say, poco abordable por la medicina moderna), mientras que el pedo no. El humo del tabaco huele mal, es desagradable y puede dar dolores de cabeza (incluso al fumador). El del pedo, casi que más (lo del olor, a no ser que sea tuyo, entonces eres capaz de tolerar e incluso de degustar todo).
Conclusión: Es más inofensivo el pedo, pero sin embargo no se puede ir por ahí en plan Homer Simpson. Y eso, insisto, que no es agresivo para la salud.
  • Sicondo: El cáncer es una enfermedad, en un alto porcentaje, mortal. El SIDA se puede decir que se está empezando a comportar como una enfermedad crónica. Bien... Escenario: El mismo Juanito de antes ha tenido que dejar el feo vicio del pedo y se ha pasado a otro vicio mucho más complejo, pero tsk, cada cual es cada cual. Ahora le da por llevar 20 jeringuillas con sangre pillada al azar de 20 personas distintas, y le gusta ir lanzándolas al aire. Algunas caen al suelo, otras le caen a él, otras caen en la cabeza del viandante más próximo, y cuando va a una discoteca se monta una fiesta de no te menees, porque claro, él tiene todo el derecho a hacer lo que quiera con su salud, y no hay zonas delimitadas para lanzar jeringuillas sanguinolientas al aire (zonas que, insisto, SÍ tienen los fumadores). La sangre de las jeringuillas puede estar contaminada de cualquier cosa, desde una hepatitis (que o se cura o se convierte en enfermedad crónica) hasta el SIDA, pasando por alguna enfermedad venérea cachonda.
Juanito tendrá que dejar de nuevo su vicio, porque la sociedad que le rodea no lo entiende, y eso que es más inofensivo un SIDA de nada que un cáncer de pulmón, de garganta o de lengua.

Más conclusiones: Si Juanito quiere que le dejen peerse o tirar jeringuillas, que cree una empresa que se llame Felipe&Modesto, por ejemplo, y que invierta miles de millones en publicidad, que le metan al pedo y a la jeringuilla alguna sustancia que las haga adictivas, y entonces se forrará y se podrá dedicar a sus adicciones.

Ahora viene la frase que más me gusta de este post: Fumador, métete tus humos por el culo y déjanos en paz. Ea.