martes, enero 11, 2005

El nuevo Dios es una Diosa

Situación: Me dirijo con la legaña pegada al laboratorio. Hago zapping entre emisora de radio y emisora de radio. Son todas igual de malas por la mañana. En esto, capta mi atención un anuncio, que va más o menos así:
"Él, hablando un minuto: "Te quiero".
Él, hablando 60 minutos: "Te quiero a ti, quiero a tu pelo, quiero a tu sonrisa..."
Ella, hablando un minuto: "Te vienes a cenar".
Ella hablando 60 minutos: "Te vienes a cenar, te dejas de ver la tele hasta las 3 de la mañana, te vienes a fregar los platos, te vienes para sacarme a bailar...""
Una reproducción más o menos literal, al menos en lo que a sentido se refiere. Creo que el anuncio era de una promoción de Vodafone.
De este anuncio deduzco lo siguiente:
Él representa a ellos, o al menos a los que tienen un contrato de Vodafone, o están a punto de tenerlo, que supongo que serán muchos. Él quiere a su chica. Ellos quieren a sus chicas. Es un amor sin condiciones, amor sin más, sin exigencias, las quieren a ellas porque SON ellas. ¿Hace falta algún condicionante? Parece evidente que no.
Ella representa a ellas, o al menos a las que tienen un contrato de Vodafone, o están a punto de tenerlo, que son muchas. Ella no deja claro en ningún momento que le quiera, sólo que tiene una relación más o menos afectuosa y más o menos constante con él. Ella manda, y pobre de él si osa decir ni pío. Ella le quiere a él, a pesar de que sea un impresentable que se queda viendo Crónicas Marcianas hasta las tantas de la mañana, mientras podría estar metido con ella en la cama haciéndole el amor con sensibilidad pero a la vez con una pasión desfogada (cómo no, si está buenísima... Y aunque no lo esté, recordemos que lo importante está dentro, en el interior... La exhuberancia física es algo que sólo ellos aprecian, con su exasperante superficialidad), para después quedarse despierto durante una hora acariciándola y diciéndole lo hermosa, lo cojonuda y lo perfecta que es. Él, además, friega los platos mientras ella se queda en el sofá viendo a Ana Rosa Quintana o, quién sabe, un documental de la dos. O leyendo el Wall Street Journal, porque es una mujer del siglo XXI. Inquietante referencia a un anuncio de televisión que vi hace algún tiempo en el que él, además de fregar los platos, le hacía la pedicura a ella... Y en el que ella le metía una hostia a él porque hacía algo mal en tan edificante labor estética... Él, además, es un soso de no te menees y un asocial, porque prefiere quedarse en casa un viernes por la noche descansando después de toda una semana tocándole los pies y fregándole los platos a su pareja. Ella, sin embargo, quiere salir a bailar, porque además es súper súper divertida y mega-sociable, y sabe desconectar de su lado intelectual y trabajador para divertirse sin complejos y sin ninguna inhibición, no como él.
Ya le vale a Ana Rosa Quintana: Después de hacer historia en la literatura, en el mundo del magazine, además de querer "hacer historia en el periodismo" con su nuevo programa (con colaboradores de la talla de Belén Esteban o Karmele Marchante), se pone a hacer guiones de compañías multinacionales de telefonía móvil.
Así son las nuevas Diosas. De todas maneras, no tienen mucho mérito, si tenemos en cuenta la competencia...